El paraíso terrenal Como se sabe, durante muchos siglos se tuvo la creencia de que las Islas Canarias eran en realidad el Jardín d...
El paraíso terrenal
Como se sabe, durante muchos siglos se tuvo la creencia de que las Islas Canarias eran en realidad el Jardín de las Hespérides descrito en la literatura clásica, y de hecho, muchos de los nuevos pobladores procedentes de España, una vez realizada la conquista, creyeron haber encontrado aquí el paraíso terrenal. En una sociedad tan supersticiosa y dependiente de la Iglesia, muchos mitos y leyendas se mezclaron y se llegó a pensar, incluso por individuos cultos que en Tenerife se hallaban los restos del continente Atlántida, descrito por Platón. Otros memorizaron las profecías de unos profetas del Antiguo Testamento que prometieron una tierra paradisíaca, un refugio en el oeste, en donde estaba localizada La Laguna. En dicha tierra existían numerosos animales y ejemplares de árboles que no se veían en Europa.
La célebre obra de Bosco titulado "El Jardín de las delicias", (1503 y 1515), representa el paraíso (terrenal), en el que se puede descubrir una sorpresa. En el lado izquierdo, entre muchas criaturas exóticas, aparece un drago canario. Probablemente, e influidos también por la opinión de los guanches, convencidos de las cualidades mágicas y curativas de las hojas y ‘sangre’ del drago, algunos de los inmigrantes españoles creyeron reconocer en ese vegetal tan único y singular cuya apariencia es tan distinta de la de todos los árboles conocidos en Europa, el árbol de la vida mencionado en el Apocalipsis de San Juan cuando describe el paraíso después del Juicio Final.
Y de hecho, tanto en la Plaza de la Catedral de La Laguna, como en la Plaza del Adelantado y otras plazas de la capital cultural de Canarias, un ejemplar de ese exótico ‘árbol de la vida’ domina el espacio, si bien, esta creencia se ha ido desvaneciendo con el paso del tiempo.